Un día de paz [Libre]

Me había despertado sin hambre, y sin ganas de nada. Pensé en pasarme el día en la cama leyendo o escribiendo. Me levanté más temprano de lo normal, el despertador marcaba las 6:00. Mi madre aún dormía, así intenté volver a dormir pero me era imposible. Con cuidado, saqué mi ordenador portatil y me puse manos a la obra. Hacía un mes que había empezado aquella novela, pero con la mudanza no había tenido tiempo de continuarla. Pasaron las horas y sonó la alarma a las 8:00. No había podido escribir nada, estaba hoy estaba sin ideas. Bajé a desayunar, y sin ganas comí unos cereales acto seguido me vestí, despedí de mi madre y me fui.

Hoy había decidido hacer un pequeño 'tour' por las afueras de la ciudad, para así conocer mejor los alrededores y quizás, conseguir inspiración. Por ahora no había salido de casa, y tomar aire fresco me venía bastante bien. Buscaba algún lugar tranquilo donde pasar el día. Había preparado unas galletas y un termo con chocolate caliente. El primero que se me pasó por la cabeza fue la playa. En invierno no solía haber gente, y mucho menos por la mañana, así que sin pensarlo dos veces me dirigí hacia allí.

Como había previsto, no había nadie. Hacía un poco más de frío de lo normal, suerte la mía de que iba bien abrigada; guantes, bufanda y una chaqueta de lana. Paseé un rato por la orilla, sin llegar a rozar el agua. Se podía respirar paz y tranquilidad, era bastante agradable para mí, sin duda alguna visitaría la playa más a menudo. Saqué el móvil y conecté los auriculares, con música le daría más ambiente. Me senté en la arena y encogí las rodillas cerrando los ojos. Con una melodía de piano de fondo, aquel era un paisaje perfecto.

De por sí el día había comenzado de un color gris, las nubes amontonadas y el sol oculto tras ellas le daba al ambiente una imagen oscura y entristecida, aunque no se podía pedir más, después de todo se estaba en invierno, raro sería si hubiese un sol espectacular tal cual había en verano.

Su día inició desde las 6:30am, un sesión "rápida" de ejercicio seguida de una buena, relajante y refrescante ducha habían echo correr el tiempo lo suficientemente rápido como para que luego de haberse vestido y alistado el reloj marcara las 8:15am. Tomó el revolver que siempre llevaba consigo de su mesa de noche, lo guardó ocultándolo tras su negro gabán y salió a la calle sin muchas esperanzas de encontrar algo interesante por hacer, aunque si creía que era mejor caminar a quedarse sin hacer nada en la casa.

Sus pies lo llevaron hasta la playa, tan sola y fría como siempre lo era en invierno. Caminó un poco por la orilla de esta y las suelas de sus zapatos lograron mojarse un poco, entonces, cuando creyó que ese lugar no podría ser menos solitario para las fechas, su mirada se topó con una niña, abrigada, sentada en la gris arena de la zona.

Había llegado a una relajación completa, hacía tiempo que no me sentía así de bien. La batería del móvil se agotó, haciendo que la música parara de sonar y rompiendo por completo mi relajación. Un desagradable pitido me avisó de esto, y acto seguido guardé el móvil. Levanté la mirada y vi que el cielo se había nublado, señales de que posiblemente lloviera pronto. Confiada de estar sola, me eché hacia atrás, tumbándome en la fría arena. Estiré los brazos y me quedé en esa posición, había dormido poco y podía aprovechar las horas de sueño perdidas. Sentí como el agua ya podía rozar mis zapatos. Me levanté y avancé hacia atrás unos pocos pasos, cuando sorprendida, me encontré con otro chico.

No pude evitar mostrar asombro. No sabía cuando había llegado, ¿llevaría todo el rato ahí? Sentí algo de vergüenza y no pude evitar sonrojarme un poco. Escondí la cabeza en la bufanda pensando en qué hacer. Volví a mirarle, tenía un aspecto bastante oscuro, quizás hasta tétrico. Sus ojos, cabellos y ropa eran del mismo color; negro. Me intimidó bastante, su rostro no parecía expresivo. No sabía muy bien qué hacer, ¿saludar o irme sin más? Respiré hondo, y decidí intentar ser amable, no estaría mal empezar a conocer gente, tarde o temprano necesitaría la compañía de alguna persona. Decidí tomármelo como un entrenamiento, uno psicológico para empezar a ser más social con los desconocidos.

-Buenos días...-saludé con un tono suave. No sabía cómo seguir, bajé la mirada, mostrándome algo nerviosa.- ¿Llevas aquí mucho rato? - No se me ocurría que más decirle, era bastante torpe a la hora de hacer amigos.

No pasó mucho tiempo hasta que la chica cambió de posición, se quitó de sus oídos lo que podrían ser unos audífonos, luego retrocedió un poco para que la creciente marea no tocara sus pies, me vio y, sin saber porqué, se ocultó en su bufanda. Probablemente se había asustado de mi, claramente no había percatado mi presencia hasta entonces y, una persona a tales horas de la mañana, en invierno y vistiendo totalmente de negro no indica precisamente confianza.

Ella me saludó y casi al instante bajó la mirada, sin responder siquiera a la pregunta de la chica me acerqué a ella a paso lento, saqué de mi bolsillo izquierdo del pantalón un teléfono celular no de muy alta generación, revisé un par de cosas y luego lo guardé en el mismo lugar.

-He estado lo suficiente- respondí apenas había llegado frente a la chica. -¿Que hace una niña de 14 años en un lugar como este, a esta hora y con este clima?- pregunté.

Aquel chico se mostró indiferente, dio unos pasos y se me acercó, quedando en frente mía. Sacó el teléfono y revisó la hora -o eso suponía- y respondió de una forma que no entendí a que se refería. Se refirió a mí como una niña de catorce años, llegó a ofenderme ya que hacía tiempo que había dejado de ser una niña; aun así no mostré enfado, en parte tenía razón y mi apariencia no se podía decir que era de una adulta. Negué con la cabeza.-No, no, perdón, pero... se equivoca.-y solté una pequeña risa, intentando parecer simpática.-Yo tengo diecisiete años.-Hice un gesto con la mano indicando que no pasaba nada.-Solo vine a dar un paseo, no me gustan los sitios con mucha gente y me pareció bue...-me di cuenta de que, como se suele decir 'le estaba contando mi vida' así que a media frase decidí cortar y rectificar.-Bueno, que vine a disfrutar un rato a solas.-

Se levantó una suave brisa que trajo consigo un poco de frío. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, así que abroché mi abrigo y froté mis manos.-¿Y tú? ¿Qué hacías por aquí?-le devolví la pregunta. Volví a echarle un vistazo, no me inspiraba confianza y mucho menos parecía una persona 'amigable', pero nunca se debía juzgar un libro por la portada y las apariencias solían engañar.