por qué me traes hasta aqui? [priv. Draba]

Había tenido un día eterno. Los ruidosos pasillos de la academia habían dejado sus oídos zumbando por varios minutos luego de que las clases terminaran y no es que el lugar fuera un escándalo, pero Adrien no tenía nada más preciado que la tranquilidad a la que estaba acostumbrado. Ahora todo estaba sumido en un silencio fúnebre que era solo rasgado por el sonido de sus pasos sobre la húmeda acera ocasionalmente también por el chapoteo de algún charco pequeño. Había llovido hace poco y la humedad aún se sentía en el ambiente.
A su lado caminaba su fiel compañero, Oubli, un hermoso y esbelto gato negro cuyos ojos eran de un amarillo tan intenso y su mirada tan fija y penetrante que podría compararse con el filo de un cuchillo. El felino había empezado a seguirlo hace aproximadamente dos años... no sabía exactamente en qué momento ni donde pues siempre se mantenía tan callado como ahora. Talvez había sido un regalo del pueblo gitano ¿quien sabe?

Esta noche el gato se había mostrado inquieto, lo miraba desde una rama de roble que estaba muy cerca a la ventana de su habitación, había estado maullando por largas horas tratando de llamar su atención y su mirada se había tornado ansiosa y demandaba que lo siguiese, el peliazul lo sabía. Había salido entonces a altas horas de la noche de su habitación... escabulléndose con gran habilidad de la seguridad, prefectos y otros estudiantes comunes para darle en encuentro al gato. Le llenaba de curiosidad (aunque no quisiera admitirlo) lo que este le quería mostrar.

Abrigado por una gruesa chaqueta negra lo seguía en silencio hasta que llegaron al lugar indicado, era una enorme casona antigua. Oubli entró en el jardín delantero colándose entre los barrotes de una reja de diseño intrincado. Adrien lo pensó dos veces... por más que ese lugar estuviese abandonado , no le gustaba ingresar en propiedades ajenas. Un maullido ansioso lo sacó de su mente esta vez y enseguida buscó un lugar para poder trepar. Pasó entonces por encima del muro que rodeaba el jardín y entraron a la casa por una ventana. Todo estaba oscuro, polvoriento y desordenado... parecía una escena perfecta para una película de terror. Siguió al felino por las crujientes escaleras hasta el segundo piso y entraron a lo que parecía la habitación de una niña.

- ¿para que me trajiste ? - le preguntó en un susurro al gato como si este fuera a responderle. El animal se subió a la cama y tomó asiento al lado de una vieja muñeca de porcelana.