Muñeca de Porcelana ~ Bienvenida Heredera de la Rosa.

- No sabía cuánto tiempo había pasado desde que estaba sentada en aquel banco. Sus ojos, algo hinchados y rojos, eran el resultado de miles de lágrimas que luchaban por salir de los ojos de la peli rosa. Con su diestra, busco secar su rostro un poco para examinar la calle donde se encontraba. Mirando el cielo descubrió que la luna ya estaba en su punto más alto y luego de ello, volvió a bajar su cabeza.

Tras unos minutos en esa posición, sintió a una joven muchacha acercársele. Intento mirarla disimuladamente, era tan pálida como la misma Arkadious pero su cabello era de color café. Levanto el rostro al escucharla musitar algo, y allí pudo vislumbrar sus ojos escarlata y su rostro redondeado. No le parecía en absoluto una mala persona. ¡Pero claro! ¿Cómo podía ser alguien dañino si en lugar de armas, llevaba una libreta en la mano?

¿Porque está llorando?

Es verdad… ¿Por qué estaba llorando?. Tras todo lo ocurrido en Seikatsu, la ciudad anterior donde residía, ya no sabía si sus lágrimas era producto de lo descubierto, de las traiciones, o de la muerte de su amiga. No sabía si lloraba por aquellos que perdió, por volver a aquella ciudad, por saber quién es y querer volver a olvidarlo o por la misma luna que desde lo alto, parecía observarla desdeñosa. ¿Qué responder cuando no definía las razones?

Lloro por… porque mi corazón lo exigía - era la verdad. De no ser por aquel dolor incrustado en su pecho, ella no desperdiciaría sus lágrimas. Arkadious sabía que todo lo ocurrido era su culpa, nadie la había obligado a indagar. -

La ignorancia, en definitiva es el estado de mayor felicidad para las personas. Entre más se aprende, mas aumentan las preguntas. Entre más aprendemos, menos sabemos.

- Clavo sus orbes azules en los escarlata de ella, y se corrió un poco en el asiento, para que su acompañante desconocida se sentara. Después de todo, nadie la conocía en aquel lugar. Y antes de presentarse ante las designadas de Madame, necesitaba limpiarse de todo aquel catastrófico pasado.-

- Sintió en su regazo la libreta y no pudo evitar observarla. Aquella última página parecía tener descrita el escenario que les rodeaba, pero había algo más. Tenía pequeños atisbos de profesionalidad; para Arkadious, alguien que escribiese tan literariamente era digno de exaltación, pues solo aquellos que escriben, dan libertad a las palabras.

Sonrió ante sus pensamientos y la miro. Los dulces ojos de la joven mantenían protegido su bolso y a la vez, intentaban leer lo que le ocurría a una extraña. Extendiéndole su bosquejo, escucho con atención las palabras de la jovenzuela –

¿U-un sueño? – Pregunto confundida – Creo que si. Mi sueño era saber quien era.

- Aquellas palabras parecían querer salir de ella con premura. Estaba en una ciudad nueva, aunque antes ya hubiera transitado sus calles. Y ante una persona que no le conocía de verdad, pero que se veía noble de corazón. Siempre se lo había imaginado, asi como los hombres infieles se demuestran temerosos ante las prostitutas, ella expresaría sus pesares a una completa desconocida. A otra pieza, de aquel juego que ahora significaba la vida para Arkadious -

Off: Tranquila!, También he estado ocupada n n